Sacar la basura: apuntes sobre la música de la transición




1. En los noventas hubo una suerte de generación de bandas post-dictadura. La mayoría sonaba en la radio Rock & Pop, muchas fueron publicadas por la EMI. Cuando niño, entre los nueve y los doce años, me gustaban algunas de sus canciones. Ahora son un bochorno, sospecho, como en las otras generaciones no hubo. Todavía no terminamos de dimensionar lo que fue esa época. A mí me confunde, francamente. Los siguientes serán, a decir verdad, unos apuntes de opinología. Otros podrán hacer un análisis mejor y menos afectado.

2. "Seguir caminando Paseo Ahumada. Se acerca ese vato de fea mirada. Le dije pato malo, tu cara no me asusta, tu tajo feo no me gusta, chigüá chigüá loco". Es un pasaje de la canción Corazón de sandía, de Los Tetas. Ellos vislumbraron el Paseo Ahumada como un lugar marginal, de patos malos. Seguro imaginaban un callejón como los del Bronx antiguo, con vapores subiendo desde las alcantarillas y vagabundos quemando basura en un tambor metálico para calentarse las manos. Debe ser, por paliza, una de las letras más ridículas de nuestra música.

3. A Antonio Skármeta una vez le preguntaron por los poetas jóvenes, por cuáles le interesaban. Esbozó una de sus sonrisas y reconoció no conocerlos bien. “Pero el mejor de los que he leído es _____”, dijo. No recuerdo el nombre que pronunció, pero se refería al letrista y vocalista de Los Tetas, quien también ha publicado poesía. Se parece a la ocasión, más reciente, en que le preguntaron lo mismo a Isabel Allende. Ella destacó a la cantante Francisca Valenzuela.

4. En esos años el consenso dictaba que el mayor poeta chileno era Nicanor Parra. No es un dato menor. Los Chancho en Piedra se hicieron conocidos musicalizando un poema suyo. Su hija, Colombina Parra, era la voz principal de Los Ex.

5. Pienso en algunas líneas de canciones de Los Ex: "Sacar, sacar la basura"; "Limpiar el baño con cloro"; "Y me contó que por allí vendían drogas". Al parecer, para Los Ex era una indignidad hacer el aseo. Y las drogas (nótese que las llaman drogas, tal como les diría una abuela preocupada, sin distinguir los efectos que cada una provoque) eran un peligro monstruoso: sin saberlo, podías asesinar a alguien y terminar preso. Nicanor Parra, si acaso escuchó la canción antes de que la grabaran, pudo decirle algo. Quizá desde su burbuja no percibía nada.

6. Como queda claro, abundaban en esos años las ganas de querer ser marginal, y no obstante se lograba todo lo contrario. No conozco otras bandas tan hijas de su tiempo en el mal sentido. Sin embargo, en este caso, sería injusto culpar a estos músicos. Mal que mal, uno se debe a su tiempo. En buena parte se les puede considerar víctimas. De la dictadura, claro está. Casi toda la cultura, y muy en especial la musical, se mantuvo secuestrada por veinte años. En ese desierto se criaron.

7. Incluso el pop de los ochentas, germinado bajo dictadura, fue más fiel a su tiempo. Miraban hacia Pet Shop Boys, hacia The Cure, hacia The Police, hacia Soda Stereo (es decir, a The Cure mezclado con The Police). Miraban hacia The Clash. En cambio en los noventas acá ni siquiera hubo bandas grunge. La primera de ese estilo de la cual me enteré apareció alrededor del 2002; casi ya era una banda retro.
Dentro de ese mainstream de la época, las bandas que cumplieron, en su discurso al menos, un papel digno fueron Los Panteras Negras, Tiro de Gracia, Los Miserables, Los Santos Dumont. Seguro me faltan varias y, claro, cada caso es discutible.

8. Otro asunto intrigante de esos años fue la aparición, por primera vez en estos lados, de bandas de reggae, funk y soul. ¿Por qué no antes? ¿Y por qué esos estilos? No creo que la dictadura los haya restringido. Al contrario, siempre fue favorable a lo extranjerizante. Son, justamente, ritmos cuyo esplendor se dio a comienzos de los setentas. De cualquier modo, no hay que subestimar la estupidez militar. Tristemente, acá gira todo en torno a lo mismo.
 
 9. Los Tres y La Ley fueron las bandas más populares de la época. En La Ley veo casi una continuación de las bandas de los ochenta, tal vez algo actualizada. Los Tres, en cambio, hicieron algo distinto. Fueron originales y, en muchos aspectos, tienen -diré una frase manida- ganado su lugar en la historia. Pero ahora esa misma historia les está pasando por encima. Publicaron hace unos meses un single llamado Hey hey hey, un tema corriente, y con esto quiero decir que es como otros que ha hecho Álvaro Henríquez, considerando el amor como una cosa horrible y fantaseando con matar a la amada. Todo eso ya lo hizo en otras canciones, pero entonces recibió aplausos. La sensibilidad era otra. Ahora, al contrario, la opinión pública destruyó esa canción y, en particular, detestó su videoclip, hecho con escenas en torno a un femicidio que quisieron hacer ver como un asunto gracioso.

10. Como ya conté, me cuesta sacar conclusiones sobre esos años. La situación fue rara: el problema tiene que ver con la dictadura, pero no es la dictadura en sí, sino el trauma que dejó. Muchos se vieron perdidos. Por un lado se les abría, como una promesa, el capitalismo junto a una supuesta democracia. Y por otro lado la mayoría no tenía una verdadera formación. La tradición, los estudios, todo eso había sido arrasado. No era fácil ubicarse. No había una tradición para seguir ni para estar en contra, y extrañamente, como es raro que suceda, había un auge económico para los empresarios y una auténtica urgencia de expresarse. En ese ámbito muchos se vieron de golpe ante las cámaras y micrófonos sin tener muy claro qué decir, ni quiénes eran.

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